El 22 de abril se celebró el día mundial de la tierra y el 23 del mismo mes el día internacional del libro, queremos compartir con ustedes la siguiente nota sobre una de las obras que escribió Casiano Conzatti.
Cassiano Conzatti fue un inmigrante italiano que llegó a México a finales del siglo XIX. Después de vivir un tiempo en Veracruz, Conzatti se mudó a Jalapa, donde, interesado en la flora local, creó una colección botánica. Durante su estancia en tierras veracruzanas, Conzatti se dedicó a la educación y así, en 1889 fue nombrado director de la Escuela Modelo de Orizaba. Dos años después, en 1891, Conzatti se trasladó a la capital de Oaxaca para dirigir la Escuela Normal de Profesores.El interés por la botánica impulsó a Conzatti a realizar expediciones que satisficieran su curiosidad. Así, durante el primer tercio del siglo XX, el italiano realizó un viaje al litoral de Oaxaca, financiado por la Dirección de Estudios Biológicos. De esa experiencia surgió el libro Una expedición botánica a la costa Oaxaqueña del suroeste, del que la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa resguarda un ejemplar. Según el impreso, el 24 de noviembre de 1921, Cassiano Conzatti salió de Oaxaca rumbo a la costa con escalas en Sola de Vega, Juchatengo, Juquila, Jamiltepec, Minizo, Chacahua y Tututepec. Durante los 38 días que duró el viaje, Conzatti colectó diversas especies de plantas. Entre ellas el Mentzelin conzattii, cuyas grandes flores eran utilizadas para tratar ciertas enfermedades urinarias y epidérmicas En el viaje también se puso atención a la “manita de león”, de la que ya había hablado el barón de Humboldt, a la par registro plantas como el guarumbo, y el “palo colorado”, también llamado zopilote o caoba. Además, el italiano recogió semillas de café mareño y especímenes de coquito baboso y de la flor “murciélago”, de color avinagrado y olor “cadavérico”.Pero en la obra también quedaron registrados los paisajes que llamaron la atención de Conzatti, como playa Minizo y la laguna de Chacahua a la que llegó en canoa desde el embarcadero de Las salinita. Conzatti señaló que ese viaje fue “fantástico y encantador” pues admiró la puesta de sol, la salida de la luna llena, el surcar de las aves marinas que poblaban el cielo y que buscaban el cordón de los manglares, que invariablemente bordea las sinuosas orillas. Por todo esto y más, Una expedición botánica a la costa oaxaqueña del suroeste es un referente para conocer parte de la historia natural y ecológica del litoral de Oaxaca.